Difícilmente vamos por la vida cruzándonos con bolsos de los que nos enamoramos perdidamente. Ya sea porque son demasiado recargados o porque son tan simples que pierden fuerza. Cuando el amor ocurre, se debe a que el diseño y el tiempo que se le dedicaron al bolso fueron puestos no sólo en pro de la moda, sino también de la elegancia y la vanguardia.
Este Reed Krakoff logra el balance entre espacio y líneas afiladas. Los bordes negros que enmarcan el cuero gris claro proveen al bolso de versatilidad y contraste. Tenerlo debe ser casi como llevar una obra arquitectónica colgada del brazo.
xo,
C.
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